martes, 4 de agosto de 2015

Explicar la muerte a los niños

Kurt Gledhill
La muerte es parte ineludible de la vida. La muerte de una mascota, de una persona cercana, de los abuelos… los niños no viven exentos ante el hecho de la muerte. El problema se presenta cuando hay que explicar a los más pequeños el fallecimiento real de un ser querido, lo cual resulta en muchos casos un tema delicado y evitado en la familia.
Cuando los adultos tienen que enfrentarse a la difícil tarea de explicar a un niño/a que una persona cercana ha fallecido, a veces optan por usar metáforas como “se ha ido de viaje, de vacaciones, está dormido”, o simplemente deciden que “es mejor no decirle nada” o que “ya se lo diremos cuando vaya siendo mayor”.

Ante la incertidumbre de no saber qué decir o cómo explicar la muerte, o bien por el propio proceso de duelo del adulto, se pueden decidir soluciones y explicaciones rápidas (como, por ejemplo, comprar un nuevo animalito tras la muerte de la mascota familiar) en vez de hablar de lo sucedido y de cómo se siente el niño/a por ello.
El proceso de desarrollo físico, mental y emocional les ayuda a niños/as y adolescentes a comprender paulatinamente lo que representa la muerte. Para ello, es imprescindible el apoyo, ayuda y espacio que proporciona el adulto para dicho proceso de comprensión.
Con lo anterior, nos gustaría rescatar a modo de resumen, algunos puntos que consideramos importantes al momento de tratar este tema con los más pequeños.

Decir siempre la verdad. En muchos casos, por el propio miedo del adulto, lo duro de la experiencia de la pérdida o la anticipación de la reacción que pueda tener el niño, se intenta evadir la verdad a través de frases que parecen que puedan resultar “menos duras”. El niño ha de entender lo que se le está diciendo, y por ello es importante adaptar el mensaje a la edad del niño, pero aquello que se le dice ha de ser la verdad. Las mentiras, en especial aquellas dichas desde un contexto emocional particular (desde la ansiedad, la tristeza…) pueden instalar reacciones emocionales menos sanas en el niño. Es muy importante decir la verdad, ser sinceros, ya que el proceso de elaboración del duelo del niño puede complicarse tras descubrir la mentira por parte del adulto (padre, madre…) en quien tiene toda su confianza, sintiéndose defraudado/a o engañado/a.

Dar un mensaje que pueda entender. Muchas veces nos vemos tentados a usar metáforas para explicar a los niños la muerte de un ser querido. Estas suelen ser las explicaciones más comunes que se les proporcionan y son, a su vez, fuente de mucha confusión e inseguridad para los más pequeños.
Explicaciones como “a nuestro perrito lo hemos llevado a una casa a la que se llevan a los animales enfermitos para que vivan allí” o “está en el cielo con Dios”, pueden generar confusión al no ser claras y, en la mayoría de los casos, no ser ciertas. El niño tiene que entender que el familiar o la persona que ha muerto no va a volver. Las explicaciones han de ser breves pero sencillas y las metáforas no son necesarias, en especial en aquellos casos que puedan generar un mayor monto de ansiedad en el niño (un ejemplo: “a tu hermanito se lo ha llevado Dios”; lo que puede despertar la duda en el niño “¿y si Dios me quiere llevar a mí también?”, “se lo ha llevado porque estaba enfermo, si me pongo malo entonces me lleva a mí también”).

Dialogar sobre la muerte: explicar y aclarar dudas. Es natural que el niño muestre
Wallyto
mucha incertidumbre y dudas acerca de la muerte. Fomentar la comunicación en este sentido es muy importante, ya que le permite sentir que cuenta con un espacio de comprensión en el que además puede expresar lo que siente.
Asimismo esto es de gran ayuda para eliminar falsas creencias e interpretaciones, así como para confrontar y dotar de realidad aquellas fantasías que pueda tener en cuanto al tema.
Es importante permitirle que haga las preguntas que quiera formular, respondiéndolas teniendo siempre en cuenta su edad y madurez.

Expresar las emociones que sentimos. Cuando se evita hablar de una situación que es evidente en el sistema familiar, se forman “quistes” en cuanto a dicha situación que dificulta su manejo emocional sano. “Si mamá/papá no hablan de eso es porque es algo malo y yo no puedo hablar de ello”; o “si hablo de esto, mamá y papá se pondrán tristes por mi culpa”. Es necesario revisar nuestras propias concepciones acerca de la muerte, así como la forma en la que nos aproximamos ante este tema. Aunque intentemos aislar al niño de las emociones de los adultos, éste, como parte del sistema familiar, se verá influido por ellas. Es imprescindible ayudar al niño a gestionar sus emociones a través de nuestro propio manejo emocional. Esto no quiere decir trasladar sin filtro al niño la tristeza, ansiedad, miedo o rabia que podamos sentir ante una muerte, sino mostrar que es natural sentir diversos tipos de emociones frente a ciertas situaciones, así como la forma de manejar cada una de ellas y el significado que tienen en la situación vivida.
Si los mayores exteriorizan su dolor ante niños/as, es conveniente explicarles a qué sentimiento responde dicha reacción (por ejemplo, explicarles que se debe a la añoranza por el ser querido).
Esconder la realidad de la pérdida o fingir que “estamos bien” ocultando los sentimientos que esta nos produce, puede hacerles sentir gran confusión, lo que influye de alguna manera en la forma en la que afrontarán las pérdidas venideras. Al proporcionarles información sincera, en el marco de un contexto seguro, los niños/as serán capaces de encontrar la mejor forma para enfrentarse al duelo de forma sana y realista.

Enseñar al niño a manifestar sus emociones. Es importante mostrarse receptivo ante las
Brooke Shaden
preguntas del niño/a, así como ante las reacciones que experimentan tras la pérdida. Es muy común intentar “distraer” al niño, en lugar de enseñarles a gestionar y vivir la tristeza o la emoción ligada a la pérdida.
Los niños expresan sus emociones de forma distinta según su edad, algunos lo hacen a través del dibujo, otros del llanto, otros las verbalizan. Al inicio del duelo es muy posible que expresen rechazo a la situación. Esta negación a una realidad dolorosa puede ser expresada de varias formas: con excesiva actividad, o por el contrario con una actitud de pasividad y ensimismamiento. No es extraño que en ocasiones el duelo se traslade al plano del juego: que juegue a morirse, invente un hermanito o papá imaginario y pase de preguntar repetitivamente a entrar en silencio.
Es importante rescatar de cara al niño que la tristeza o rabia que pueden estar experimentando es normal tras la pérdida del familiar. En particular, suele ser de gran ayuda para estos casos enseñarles a discriminar y detectar qué es lo que están experimentando a nivel emocional.

Ceremonias de despedida. El nacimiento, el matrimonio, los funerales… Las ceremonias tienen un significado social de gran importancia. Muchas veces se intenta mantener a los niños al margen de las ceremonias de despedida, sin embargo, si el niño es lo bastante mayor como para comprender lo que está sucediendo es recomendable que no se le aísle de estas. A partir de los 10 años el niño comprende lo que ha ocurrido y la ceremonia de despedida puede transformarse en algo sanador, un elemento que ayuda a elaborar el duelo. También se pueden hacer ceremonias “extraoficiales” de despedida. Es un espacio para que el niño hable acerca de lo que siente y pueda dedicarle unas palabras a quien ha perdido.

Aunque ponerle palabras a este tipo de situaciones no resulta fácil, es importante poder echar mano de los recursos necesarios para afrontar el duelo de la forma más sana posible, así como fortalecer los recursos de los más pequeños en el momento de enfrentarse a la pérdida. Ocultar, temer o dar explicaciones erróneas al niño/a sobre la experiencia de la muerte puede convertirse en algo más complicado y en muchas ocasiones más doloroso. Es importante revisar nuestras propias creencias y miedos al momento de explicar la muerte a los niños, de forma que nos permita a nosotros mismos gestionar mejor las emociones ligadas a este tipo de experiencias, y además dotar a nuestros niños de la riqueza emocional necesaria para hacerlo.

Con información de: Instituto Nacional de Salud Mental; Explicar la muerte a los niños; Kidshealth.

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