Las crisis son necesarias para la
adaptación y crecimiento de la familia como sistema. Los cambios son
inevitables, por lo que la familia ha de ser lo suficientemente flexible como para
adaptarse sanamente a los cambios sin perder su identidad.
La adolescencia de uno o varios
hijos introduce cambios en los límites y roles, así como en el funcionamiento
de la familia. El adolescente suele probar los límites como parte del
desarrollo de su identidad, frente a lo que muchos padres responden con un
manejo poco flexible de la autoridad.
Son múltiples los elementos que
pueden estar presentes en este tipo de
situaciones, dado que cada familia plantea una dinámica singular,
enraizada a su historia, así como distintos mecanismos para hacer frente a
cambios y conflictos. Por ello, sin intención de generalizar, nos gustaría
reflejar cómo distintos aspectos pueden descansar de forma más o menos
consciente en la dinámica social-familiar-individual, perpetuando el síntoma y
alargando el problema.
Mostramos un ejemplo de las
dinámicas que alimentan la rigidez en el sistema familiar frente a una
situación de desafío a la autoridad por parte del adolescente, complicando las
salidas creativas frente al problema y generando crisis improductivas.
Las exigencias y vivencias de cada sistema
Las exigencias y vivencias de cada sistema
Frente a un adolescente que reta
la norma o desafía ciertos aspectos de lo “aceptado socialmente”, se esconde
una dinámica singular que empapa todos los sistemas a los que pertenece.
El adolescente no se “comporta”
en un vacío, sino en relación con otros: compañeros, familiares (familia
nuclear –padre, madre, hermanos- y familia extensa –abuelos, tíos, primos-),
educadores, padres de amigos, su comunidad… Dado que toda relación es
necesariamente bilateral, o más bien, multilateral, veamos qué ideas implícitas
pueden esconderse tras las demandas de cada polo en una situación de desafío a
la autoridad: Por una parte el adolescente, por otra sus padres, y por último
el contexto social al que pertenece.
La interacción de estas distintas
vivencias y demandas, pueden generar puntos de conflicto en la medida en la que
cada sistema se aferra rígidamente a su necesidad sin reflexionar sobre la
medida en la que esto perpetúa el problema. La zona en la que se oponen las
distintas exigencias, represente la zona de conflicto y puede verse reflejada
en distintas dinámicas entre cada uno de los sistemas.
Algunos ejemplos de las dinámicas conflictivas más comunes entre sistemas, en casos de
desafío de la autoridad son:
Conflicto padres-hijos
-Reproches constantes.
-Establecimiento de límites rígidos y poco claros.
-Ambigüedad en la asignación de responsabilidades y
reclamos al respecto.
-Con frecuencia hay sobre-castigo aunque el
adolescente va quitándole importancia a los mismos hasta que pierden su sentido
y este termina por desobedecerlos.
-Se suele hablar de poca comprensión por parte de
ambos sistemas.
-Es frecuente entrar en una lucha de poder (quién
tiene la razón, quién tiene la última palabra, quién “puede” más…).
Conflicto hijos-social
-La lucha de poder se traslada al centro educativo.
-El adolescente puede llegar a interpretar el
cuidado como control (no solo de sus padres, sino de cualquiera que lo ejerza).
-Los educadores, otros padres e incluso familia
extensa (tíos, abuelos, primos…) pueden llegar a etiquetar al adolescente, de
alguna forma, aislándolo (“es un niño problemático”, “no quiero que vayas con
él”…).
-Puede crearse una “socialización sintomática”:
adolescentes que escogen grupo de amigos/pares que reflejen la oposición a la
norma.
Conflicto social-padres
-Suelen establecerse relaciones basadas en el
reproche y crítica implícitos frente a uno y otro rol (educador/sociedad-
padres del adolescente: “Es mal padre/madre”, “No se ocupa de su hijo”Vs. “El
colegio no los vigila como debería”, “La profesora pasa de los alumnos”…).
-Los educadores y otros padres pueden llegar a
etiquetar y exigir a los padres del adolescente, incluso también excluirlo.
-Amenaza el riesgo de exclusión.
Los primeros pasos hacia el cambio real
Pequeños cambios introducen la
necesidad de que el resto de sistemas realicen un ajuste, movilizando la
dinámica global hacia un cambio adaptativo.
Lo que era visto como áreas de
conflicto entre sistemas, que perpetuaban la crisis improductiva, se transforma
en puntos de apoyo y redes protectoras para el desarrollo sano. Así, cada punto
de confluencia puede transformarse en un punto de apoyo que acoge la necesidad
del adolescente sin aislarlo.
Son distintas las estrategias que
podemos poner en práctica para activar una dinámica distinta que respalde al
adolescente y fortalezca su estabilidad emocional. Abordamos estas acciones de cada sistema en la segunda parte del presente artículo, manteniendo en mente entretanto, que la necesidad y
síntoma de adolescente habla y denuncia ciertos aspectos de todos los sistemas
que lo rodean y el cambio, por ello, no depende sólo de éste, sino de la
dinámica subyacente… de los diversos puntos de encuentro.
Para ver Desafío de la autoridad en la adolescencia: Parte II- Poner en movimiento el cambio adaptativo, haz click aquí
Artículo de Kreadis
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