Para el
trabajo que queremos desarrollar, ponemos en duda la coherencia del
funcionamiento de familias descompensadas en su exasperante ritmo, por el que
se trata de alcanzar la utopía de satisfacer lo individual y lo grupal a un
tiempo. A veces parece que la distancia entre lo que se piensa, se siente y se
actúa es cada vez mayor y el punto de encuentro resulta puramente formal. Es
complicado predecir dónde nos conducen los actuales entornos mal dibujados,
esas funciones poco netas de la familia actual. En este ambiente se hace cada
vez más complejo consolidar lo singular, dotar al sujeto de una sólida
identidad necesaria para un funcionamiento maduro. “La velocidad de cambios
exige una familia en permanente reactualización. El tránsito de lo tradicional
a lo novedoso deja sin referentes y confundidos a los sujetos en el ejercicio
de sus roles. ¿Son más libres en el intercambio de funciones o están más
desorientados? La rapidez y la oferta de consumo muestran lo efímero de la
plenitud y la satisfacción. Se necesita permanentemente llenar vacíos.