Lo cultural deja su huella en el
significado con el que dotamos las emociones e imágenes personales. Los símbolos
y deseos se alimentan de lo que lo social advierte, de manera que se derivan
modelos que terminan por estructurar vidas y el significado que a ellas les
conferimos.
El mundo actual se esfuerza por
proyectar el paradigma de la felicidad. Las leyes secretas de lo que hemos de
mostrar a los demás se rigen por este. Lo negativo, los días grises, quedan
fuera de la «biografía», de nuestras «imágenes», de las actualizaciones de
nuestro «estado». ¿Qué pasa con aquello otro que queda a oscuras? ¿Qué queda de
aquello que se mantiene al otro lado de nuestro «muro»?.