Uno de los temas que con mayor frecuencia trabajamos en consulta es el manejo de los límites por parte de los padres. Es importante tomar conciencia del relevante papel que éstos tienen en la preparación de sus hijos hacia un buen afrontamiento de las exigencias que les deparará su futura vida de adultos. Nos gustaría compartir en este artículo algunas claves y comentarios al respecto.
Los límites se presentan como un elemento fundamental en la constitución y desarrollo del sujeto, desde los primeros límites a los que accedemos: lo propio vs. lo ajeno, lo de dentro vs. lo de afuera, hasta aquellos que marcan la evolución del sujeto según su ciclo vital: límites sociales, familiares, de la pareja.
En terapia familiar
sistémica los límites son entendidos a través del concepto de subsistemas. Son varios los
que componen al sistema familiar: subsistema conyugal –pareja-, subsistema
filial –hermanos-, subsistema parental –padres-. El sistema familiar se
diferencia y desempeña sus funciones a través de estos. Los límites de un
subsistema son aquellos constituidos por reglas que definen quiénes participan
y de qué forma lo hacen, estos tienen una función de protección en la
diferenciación del sistema familiar.
Para que el funcionamiento
familiar sea adecuado es necesario que los límites entre subsistemas sean
claros, que se encuentren claramente definidos. Los roles de cada miembro de la
familia se delimitan según ello. De esta forma, por ejemplo, se preserva al
hijo/a de ejercer la función de un padre/madre, o se cuida de que aquellos
conflictos que atañen al subsistema conyugal no encuentren una vía de
resolución a través del subsistema parental (padres-hijos) o filial (hermanos).
La necesidad de límites se hace
más evidente en la adolescencia, en donde muchas veces el miedo de los padres a
ejercer un rol autoritario, bien por su propia experiencia en relación con los
límites en sus historias familiares y personales, o bien por las fantasías en
cuanto a sus roles parentales, hacen difícil el diferenciar cómo establecerlos
de forma clara.
La velocidad que caracteriza el mundo
actual puede, asimismo, hacer esta tarea más compleja. En una época en la que
la felicidad parece ser la exigencia constante, los niños y adolescentes
tienden a lo inmediato, tolerando menos las frustraciones y exigiendo aquello
que consideran que les permite el placer y la diversión permanentes.
El manejo de límites como parte
del trabajo parental en la adolescencia es fundamental de cara al desarrollo adaptativo
del adolescente hacia su paso a la fase adulta. Los límites en esta etapa
resignifican lo infantil que se reactiva (demandas y deseos). Modulan y
procesan aquello que tiene que ver con la construcción de la identidad y con
las formas en las que el adolescente se relaciona con el otro y con el mundo.
Es de vital importancia en el
desarrollo psíquico del adolescente, la calidad con la que los padres ejercen las
funciones del subsistema parental (es decir, aquellas reglas y límites que
parten del subsistema parental de cara al cuidado, educación y desarrollo de
los hijos), así como el equilibrio entre la presencia o ausencia de los padres
(que representa otra forma de poner límites). En ocasiones la presencia de los
padres es tan intrusiva que el adolescente no es capaz de discernir entre un
criterio (o legado) familiar y sus propias opiniones, creencias y expectativas,
fusionándose irreflexivamente a estas, o bien contrariándolas ciegamente como
intento de diferenciación. En otras ocasiones la ausencia de los padres es
reflejo del delegar parte de la función parental en el adolescente, quien no
tiene en dicho momento herramientas suficientes para regularse a sí mismo y
construir una perspectiva realista (que tome en cuenta sus deseos y los límites
que impone el mundo real, el cual incluye normas de convivencia en lo social).
La demanda del adolescente exige
una acción específica por parte de sus figuras parentales. Se trata de saber
identificar aquello que necesita, reconociendo su necesidad de libertad, sin
caer en lo abandónico. Dicha necesidad requiere proporcionar un espacio
reflexivo para el adolescente (espacio que muchas veces se contrasta por vía
del desafío a la autoridad paterna/materna) así como la necesidad de límites
que lo protejan en dicha búsqueda. El adolescente vive un momento cargado de
dudas e inseguridades que han de tener un continente por parte de la figura de
los padres. Contener, limitar, proteger: Los límites proveen de una seguridad
que le permite al adolescente cuestionar, reflexionar y explorar desde una
nueva posición, siempre desde el cuidado y seguridad.
El papel de los padres en el
establecimiento de reglas claras y límites bien definidos permite al
adolescente ensayar herramientas de relación con sus iguales, postergar la
satisfacción y proporciona claves para su auto-regulación.
Según apunta Kehl (2009) muchos
padres en la actualidad, se sienten frágiles con respecto a sus propios ideales
y por tanto, depositan en sus hijos las expectativas y anhelos de
reconocimiento a través del rendimiento de estos. El proveerles de ambientes
“libres de dolor o frustración”, de alguna forma representa la obtención indirecta
de su propia felicidad. Esto puede dificultar el establecimiento de límites y
la diferenciación entre subsistemas familiares (padres/hijos), y puede asimismo
ser reflejo de un ejercicio pobre de la autoridad que resulta contraproducente
en el desarrollo social y psíquico de los adolescentes.
Es necesario resaltar la
importancia que encierra que padres y madres puedan reflexionar acerca de aquellas
fantasías y experiencias familiares y personales que pueden estar ejerciendo
influencia en el rol de crianza de sus hijos. Muchos padres tienden a confundir
la autoridad con la exigencia autoritaria, sin embargo, la autoridad parental
no tiene por qué ejercerse desde la inflexibilidad o el autoritarismo, al menos
no en lo que respecta a su parte evolutiva e instrumental. En muchos casos
dicha confusión tiene que ver con una incapacidad personal del padre/madre a
ejercer su rol parental, o bien, con aspectos de su historia personal en cuanto
al establecimiento de límites y diferenciación de funciones que han de ser
trabajados.
La inflexibilidad o el
autoritarismo no hablan de límites claramente definidos, sino más bien de la
dificultad de los padres ante la necesidad de transformar sus acciones de
acuerdo a la necesidad del adolescente. Por otra parte, un “sí” a todo, es
someter el rol parental a los deseos del adolescente y desautorizarse a sí
mismos como padres, rompiendo los límites que cuidan a la familia como sistema
y a su vez dejando al adolescente desprotegido ante sus propios impulsos.
En la medida en la que se
preservan los límites entre subsistemas, se plantean reglas claras y definidas
y se ejerce la autoridad desde el cuidado, los padres preparan al adolescente al
reto de enfrentar con éxito las exigencias de la vida adulta, le proporcionan
herramientas para su auto-regulación y le proveen de un ambiente seguro en
donde pueda explorar acerca de sí mismo, el mundo y sus relaciones.
Con información de Araujo Monteiro, Roberta - Gomes Gonçalves, Thomás - da Luz Refosco, Lisia - Medeiros Kother Macedo, Mónica en aperturaspsicoanalíticas: www.aperturas.org
Con información de Araujo Monteiro, Roberta - Gomes Gonçalves, Thomás - da Luz Refosco, Lisia - Medeiros Kother Macedo, Mónica en aperturaspsicoanalíticas: www.aperturas.org
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