Todos tenemos relatos de los
aconteceres de nuestra vida y así como elegimos las historias
literarias que
queremos leer, elegimos cómo contar nuestra propia historia, así como también qué
lectura hacemos de la misma. La forma en la que nos aproximamos a una obra (sea
del género que sea) nos sumerge en lo extraliterario: hemos de preguntar al
texto a medida que leemos, vamos encontrando respuestas a la vez que formulamos
hipótesis: nos valemos de nuestras propias vivencias para dotar de significados
la experiencia de alguien ajeno, a la vez que somos nosotros mismos
protagonistas y lectores.
La psicoterapia trabaja en este
mismo nivel, escudriñamos en el relato sobre el cual construimos y con ello nos
investigamos y construimos. En ambos casos subyace la asociación de ideas, una
experiencia que tiene que ver con la organización del mundo a partir de la
propia subjetividad, de la propia historia personal en la búsqueda de
significados.
La lectura de un relato literario
plantea un espacio único y personal de libertad de acuerdo a nuestra propia
historia. Entendemos aquello que le ocurre al personaje acerca del cual leemos,
solo a través de nuestra propia experiencia, de nuestro imaginario. La lectura
de un texto literario, así como la lectura de nuestras propias vivencias, nos
insta a construir una red explicativa tejida no solo de las fantasías e
intención del autor, sino también de las propias, en la inevitable presencia de
nuestros afectos, conflictos, intereses y relaciones particulares. Así, la
historia literaria se desvela y formula desde la experiencia y el imaginario de
su autor, a través de la construcción que hace de ello la mente del lector,
impregnándola de sus deseos, preocupaciones y defensas; impregnándola de su
mundo emocional en una continua interrelación.
El mundo literario permite con
mayor facilidad algo que constituye uno de los principales anhelos en cuanto a
la construcción psicoterapéutica: le permite a aquel que se adentra en sus
recovecos eludir la censura, jugar con la historia, dejarse sorprender por lo
que va surgiendo, por lo que emerge.
Uno de los principales objetivos
terapéuticos que suelen guiar el proceso, tiene que ver con el promover la toma
de conciencia de las claves del malestar de aquel que acude en búsqueda de
ayuda. Esta toma de conciencia, se desarrolla en el contexto particular de la
experiencia individual, de la historia que se narra. Una vez que el paciente
provee de significado sus propias experiencias, se pone en marcha el complejo
proceso que le hace más protagonista de sus iniciativas, a la vez que es capaz
de comprender la forma en la que se relaciona con su entorno. Es capaz de
dejarse sorprender por aquellos giros de
la historia que pueden generar distintos “desenlaces”, así como ampliar y descubrir oportunidades en su relación con el
entorno y los cercanos… La literatura y la psicoterapia parecen construir un
espacio común, a la vez que surgen de ese mismo espacio: un tejido entre el mundo interno y el
vincular.
Artículo escrito por Kreadis, Marzo 2014
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