La opinión general en cuanto al uso
del sarcasmo, la ironía y el humor suele estar cargada de sensaciones e ideas
contrapuestas. Por un lado, se suele pensar que el uso de este tipo de recursos
denota una gran agilidad mental y creatividad considerándolos un rasgo de
ingenio y sentido del humor. Por otra parte, al menos en lo que respecta al
sarcasmo y a la ironía, también pueden ser vistos como recursos que denotan
cierta tendencia despreciativa ante otros, prepotencia, individualismo,
narcisismo, o formas taimadas y particulares de atacar verbalmente, creando la
confusión de si se trata realmente de un ataque velado o de una broma.
Ya históricamente se veía el humor
como un elemento que albergaba una especie de operación defensiva contra las
posibilidades de sufrimiento, entendido este último como todo aquello que
comprendían las emociones que hasta hace poco eran consideradas “negativas”.
Más allá de las concepciones más profundas en cuanto a este tema, bien es
cierto que los tiempos actuales, en donde se insiste en una supresión de lo
negativo, requieren de un esfuerzo necesario y conveniente que proponga una
reflexión que nos guíe en cuanto a los límites e implicaciones sobre el uso de
estos tres recursos en nuestras interacciones y comunicaciones.
En este sentido, Freud apuntaba que "el
chiste guarda una especial relación con lo inconsciente, con “la verdad”. En el
humor, sin embargo, no parece haber manipulación del significante, que puede o
no estar, y usualmente no acaba en risa franca, el lazo con el otro rara vez se
sostiene: solo se ríe el que dice y el otro queda más bien inhibido, cuando no
angustiado".
Para el propio Freud el humor, a
diferencia del chiste, tiene algo de grandioso y patético. Encuentra en lo
cómico un tratamiento de los afectos particularmente emancipador y enaltecedor.
Lo cómico trata, en el sentido fuerte del término, especialmente sobre la
muerte y la sexualidad, y así nuestra lengua le destina dos colores: humor
negro para la muerte y chistes verdes para la sexualidad.
El chiste adopta su condición de medio-decir, dice una verdad
metafóricamente de forma que la verdad en juego pierde algo de la
clandestinidad a la que la somete el discurso. Mientras en el chiste se trata
del otro, en el humor se trata de lo que alguien puede decir en el borde de una
ruptura del lazo social; ver lo trágico desde lo cómico. Freud pone el ejemplo
del condenado a muerte que camino al cadalso un lunes dice: "Empieza bien
la semana". De esta forma, el humor es una forma del acto de de decir,
permite hacer más liviana la existencia, aunque no por eso sea menos
problemática.
En el humor, el deseo de placer no es
sustraído de la realidad, sino que lo es del yo (instancia encargada de desarrollar mecanismos que permitan
obtener el mayor placer posible dentro de los marcos que la realidad permita) y
trasladada al superyó (instancia
moral, enjuiciadora de la actividad del yo que constituye la internalización de
las normas, reglas y prohibiciones parentales y sociales). Si considerásemos la
resignación como lo opuesto al humor, podríamos entender la resignación como
una cierta renuncia al deseo, mientras que a través del humor aparece una forma
del acto de decir del mismo.
Freud compara la elaboración del
chiste con la de los sueños, pues satisfacen tanto las exigencias de la
consecución de placer como las de la crítica comprensiva, quedando el chiste
reconocido como un factor de poder psíquico: los grandes instintos y tendencias
de la vida anímica lo toman a su servicio para alcanzar sus fines.
Considera que se trata de un
importante carácter del pensamiento inconsciente: la carencia de un proceso
comparable al de «juzgar». En lugar del juicio encontramos en lo inconsciente
la «represión», que podemos considerar como el grado intermedio entre un
reflejo de defensa y un juicio condenatorio.
A través del chiste se permite que la
carga psíquica de los pensamientos preconscientes sea atraída a lo
inconsciente. La carga psíquica inconsciente ofrece las condiciones más
favorables para la elección de expresión verbal.
Al contrario que los sueños que son
asociales, ya que no pretenden comunicar nada a nadie y evitan ser comprendidos
al encontrarse encubiertos en su disfraz, el chiste es la más social de todas
las funciones anímicas encaminadas a la consecución de placer, además de
incorporar al otro.
La parte realista de la utilización de
la comicidad como comenta Kant es el no podernos engañar más que por un
instante.
La función subjetiva de este tipo de
recursos da cuenta de una singularidad de la persona que los utiliza y su
análisis puede resultar durante un proceso terapéutico.
La utilización del sarcasmo, la ironía
y el humor habilitan en la persona la posibilidad de invertir por momentos su
posición de objeto haciendo uso de cierta ironización. Esto permite tomar una
distancia mínima, una separación a la que el sujeto no puede acceder de otra
forma, o le resulta difícil acceder a ello de manera racional y directa.
En este tipo de situaciones el Yo se
muestra como si los traumas del mundo no le pudieran tocar y que además, en
ocasiones, puede obtener de ellos una ganancia de placer. En el humor habría un
triunfo del yo y del principio de placer, capaz de afirmarse a pesar de lo
desfavorable de las circunstancias reales. Se utiliza en un intento de tomar
distancia de esa realidad acusadora, de la mirada intrusiva del otro. Gracias a
estos recursos, se puede desprender, temporalmente, de su realidad, ubicándose
como agente de la risa y no ya como objeto pasivo de la burla del otro. Un
ejemplo que ilustra estos temas puede ser el de una modista que, tras un cambio
de residencia, retoma sus tareas profesionales en el nuevo lugar en el que
vive, sin contar con las referencias en cuanto a su trabajo de las que tanto se
apoyaba para encontrar clientes en su antigua ciudad. Tras varios comentarios
de distintos compradores nuevos en cuanto a lo alto que consideran sus precios,
ésta decide ajustarlos sin mucho convencimiento, esperando así poder conseguir
algo de fidelidad y fluencia en su clientela. Una mujer entra en la tienda,
mirando los precios expuestos en el tablón, y le pide a la modista arreglar el
bajo de un vestido, preguntándole a ésta “¿Son 15 euros, o es menos?”, a lo que
la modista responde con tono algo jocoso “Bueno mujer, menos sería que te
pagara yo por hacértelo”. Este comentario a modo de sarcasmo, le permite a la
modista por un lado, reafirmarse frente a una circunstancia displacentera; y
por otro, expresar sus sentimientos de rabia y frustración a través de un
comentario velado, el cual deja un espacio para que su interlocutora dude de si
ha de interpretarlo como una agresión gracias a la cuota de humor que se
introduce en éste.
En la ironía y el sarcasmo parece
darse a entender lo contrario de lo que se dice, se intenta "disimular que
se sabe algo" o "fingir que se ignora algo". Se trata de
estrategias discursivas conscientes, que testimonian una forma particular de
distanciamiento. El “irónico” crea una situación de comunicación ficticia,
superpuesta a la real, en la que la ficción es utilizada para desatar la lengua
del antagonista. De esta forma se hace portavoz del discurso supuesto del Otro,
sin introducir indicadores de su propia posición subjetiva en relación a
con su enunciado. Se trataría de una relación de desprendimiento, de
no-creencia, de manera que lo que se pretende decir no es dicho sino mostrado
usando las posibilidades de figuración que posibilita el acto de la palabra. De
esta forma, el irónico expone su relación subjetiva de desconfianza respecto de
la palabra que implica un distanciamiento del discurso.
En vista de lo anterior, parece que
las personas que utilizan estos recursos pueden estar buscando poner a su
interlocutor en evidencia de algo, atacarle de manera sutil sin que parezca una
ofensa directa, o esconder a través de ellos sus propias carencias.
Bernardo Stamateas comenta al respecto
que tanto la ironía como el sarcasmo son recursos habituales en los perfiles de
personas tóxicas, y nosotras puntualizaríamos que es posible que bajo esto se
escondan aspectos como la falta de seguridad, una baja autoestima, el tener
dificultades con el afrontamiento de ciertas situaciones que, gracias a
exponerse a través de estos recursos, se pueden utilizar con fines catárticos o
como vía de comunicación omnipotente e indirecta.
También se han encontrado beneficios psicológicos
y organizacionales del sarcasmo en una reciente investigación realizada por las
Escuelas de Negocios de Harvard, Columbia, e INSEAD.
Las personas que lo utilizan necesitan
superar la contradicción entre el significado literal y el real de las expresiones
sarcásticas, de manera que se promueve el pensamiento creativo. Además de
demostrar el efecto causal de creatividad que surge de expresiones sarcásticas,
también se ha demostrado por primera vez que existen beneficios cognitivos para
los receptores del sarcasmo y que los mayores beneficios se obtienen cuando
este recurso es utilizado entre personas que se tienen confianza entre sí.
Las personas que exteriorizan
comentarios sarcásticos, al igual que las que los reciben, mostraron ser tres
veces más creativas que el grupo control de este estudio. El sarcasmo puede
estimular la creatividad, la generación de ideas, soluciones, ideas o problemas
que son nuevos y útiles, y canalizar una forma superior del pensamiento.
A la vista de estos resultados, los
investigadores de estas tres escuelas de negocio proponen una visión renovada
sobre el sarcasmo y consideran que sería importante profundizar en su
investigación para entender mejor cómo el tono del sarcasmo podría afectar la
comunicación en las relaciones, así como en los procesos cognitivos de los
individuos.
En este sentido, sería interesante
considerar una reflexión -un tanto pedagógica- que mueva a las personas a
detectar los contextos en los que se valen tanto del sarcasmo, como de la
ironía y el humor, así como el ambiente emocional del cual parte dicha
necesidad, sea en el contexto laboral o personal, de forma que tanto aquel que
hace uso de dichos recursos como su interlocutor, puedan beneficiarse
creativamente del uso constructivo de los mismos.
Fuentes:
- Laje, Matías. “El humor no es chiste: usos clínicos de un decir que no desanuda tragedia y comedia”. Desde el Jardín de Freud 17 (2017): 43-49, doi: 10.15446/djf.n17.65513
- Freud, S. "XXV El chiste y su relación con lo inconsciente - 1905.
- Sabater, V. "Artesanos de la ironía y el sarcasmo (personalidades tóxicas) - 2015.
- Casteli, V., Naveiro, S., Lorenzi, M. De Bat, J. "El humor, la ironía, lo cómico, el chiste: propuesta de lectura de un detalle clñinico". 2006
- Fernanda, M. "Los beneficios psicológicos del sarcasmo". 2015
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